Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

domingo, 1 de diciembre de 2013

La Predicadera. Jabalí errante.

los mallos de Ligüerri desde el embalse de Vadiello
Si bien Vadiello es una conocida escuela de escalada deportiva, algunas zonas en su órbita, como San Cosme y la Predicadera apenas son frecuentadas. El Huevo de San Cosme fue escenario de viejas batallas y su conquista se remonta al año 1951; la historia de la Predicadera es más corta y la que tal vez fuera su primera vía, Jabali errante,  fue abierta hacia 1984 por Max Garralaga y Jesús Estaún. Sea como fuere, se trata de un hermoso y accesible itinerario, que discurre sobre un conglomerado calizo (tillita) muy sólido y de excelente adherencia.

pista de San Cosme; a la derecha, la Predicadera y, al fondo, Montidinera
La Predicadera, donde la escalada está sometida a restricciones durante los seis primeros meses del año, se alza bajo el Tozal de Guara, a caballo de las cuencas del Calcón y Guatizalema, y forma un espléndido contrafuerte del pico Montidinera; es un soleado rincón protegido de los vientos del norte, por lo que resulta un excelente destino de invierno. Se llega en poco más de una hora desde Vadiello, pero los comodones pueden servirse de la pista (sin asfaltar) que conduce al eremitorio de San Cosme y San Damián desde la carretera de Loporzano a Aguas; en tal caso, la aproximación se reduce a escasos minutos.

la Predicadera, flanco occidental
No es la Predicadera una escuela de escalada deportiva, sino más bien de itinerarios clásicos. De hecho, una de sus características más sobresalientes es la separación entre seguros; en la actualidad, Jabalí errante, 140 metros, está reequipada, pero incluso ahora, la distancia entre uno y otro parabolt es notable y muy superior a lo acostumbrado en las vías de escalada deportiva. No obstante, el paso clave (6a ó A0/V) está bien protegido, excepto si se toma la variante original, que es la que voy a recomendar, pues aquí no hay seguros que valgan y, además, resulta muy complicada la autoprotección. Tampoco es sencillo llegar a pie de vía; desde la pista, es preciso tomar un sendero ascendente, nada más sobrepasar la cerrada curva que describe para cruzar el barranco Os Muertos. Tras ascender unos metros, siguiendo la desdibujada línea de mojones y veredas que pronto se pierden, existe una variada gama de opciones, si bien todas ellas sin apenas huellas de paso. Todo a la izquierda, por el cauce del propio barranco, discurre la alternativa más hermosa, pero también la de mayor dificultad, especialmente si alguno de sus tramos húmedos está helado. Todo a la derecha no existe otro impedimento salvo el muy enojoso de sortear la vegetación a través de un vasto rodeo. Y, entre ambos extremos, diversas posibilidades de sortear los muros que nos salen al encuentro; la alternativa más directa solventa el problema mediante un bonito paso sobre el muro final, más fácil de lo aparente.

itinerario naranja, vía actual; en magenta la variante original
Emprenderemos la ascensión por una pared que se empina progresivamente (IIº al principio, hasta IVº- después). Muy arriba ya, se encuentra el primer obstáculo serio de los dos que cuenta la vía; se trata de un enhiesto resalte que se atraviesa de derecha a izquierda, según dicta la intuición. En algunas reseñas, está cotado en Vº; en la original, IVº. A mi juicio, un IVº+ se ajusta bien a la realidad; también se puede superar directamente, en cuyo caso sí podría hablarse de Vº, aunque en su límite inferior. Encima, nos esperan unos metros fáciles, hasta un pronunciado nicho equipado para la consecuente reunión.

una cordada en la reunión previa al paso clave, por encima del primer muro
en el paso clave; mi propuesta transcurre por el perfil de la izquierda
salida en libre; vía original un par de metros por detrás del asegurador
Nos encontramos ante el paso clave de la vía, si bien el resalte anterior supone un punto de no retorno por su dificultad para destreparlo —en caso de no disponer de cuerda, claro—; ni en mi primera ascensión, allá por mediados de los noventa, ni en posteriores repeticiones, salvo la realizada esta semana, la llevaba; quizá eso explique por qué me atreví con el muro que domina al nicho. Hoy en día, la vía describe un quiebro hacia la derecha y se sirve de varios seguros (A0/Vº; en libre 6a); antaño, el quiebro se realizaba hacia el lado opuesto para superar el hombro panzudo que obstruye la progresión. Durante aquella primera ascensión, efectué un rodeo en travesía, sin duda impulsado por la exposición y la evidencia de carecer de seguro; tal rodeo fue excesivo, sin percibir una salida convincente, y me vi envuelto en una de las situaciones, más delicadas que he experimentado, muy escasas por fortuna. Por lo demás, su satisfactoria superación me brindó también la más gratificante vivencia que la montaña me ha proporcionado. Descubrí la solución en la siguiente ascensión, pocos días después: no es preciso ningún rodeo, simplemente se afronta la panza justo donde el nicho llega a desaparecer, merced a unas excelentes presas de mano poco visibles que requieren unos movimientos precisos y la técnica adecuada. Encima nos espera otro lomo, con presas redondeadas y menor adherencia (antiguamente existía aquí una laminilla suelta, el único punto descompuesto de la vía, que ha desaparecido; presa fácil, pero peligrosa, como el tiempo ha demostrado). En definitiva, un paso de IVº+ o, más prudentemente, un Vº-, que, aun careciendo de seguros y de muy difícil protección, es más interesante en mi opinión que el recurso a la escalada artificial de la variante actual.

la cornisa final de la vía; paso final justo a la derecha del reguero de agua
desde arriba: perfil de la mitad superior de la vía 
desde la cornisa superior, último paso de la vecina Espolón starlux
El resto de la ascensión apenas opone algún que otro paso de IVº-, así como una pequeña rampa final en IVº, sin exposición. Para alcanzarla, hemos de trazar una travesía horizontal hacia la izquierda bajo un enorme y espectacular techo. Esta cornisa se prolonga al otro lado casi hasta la Gran chimenea; puede recorrerse andando, aunque exige máxima prudencia, y puede utilizarse para llegar hasta el rápel de descenso por La boa de Manolo, caso de no bajar andando o montar el rápel desde la reunión superior de esa vía. Estos últimos metros nada difíciles, destacan por su espectacularidad estética. Lástima: apetece sentarse unos minutos en la cornisa, pero el gran techo impide su limpieza natural y el lugar parece ser también objetivo predilecto de la fauna rupícola.

la Gran chimenea
flanco inferior de la margen izquierda de la Gran chimenea
Ya he citado que el descenso suele hacerse por La boa de Manolo mediante dos rápeles, tengo entendido que de 60 y 50 metros, opción aconsejable si se desea hacer alguna otra vía de similares características, por ejemplo el Espolón starlux o Guanchinflú. En otro caso, es factible el descenso andando por el barranco del Pito, curiosa y enorme roca redondeada plantada a la altura del contrafuerte occidental de la Predicadera. Este descenso es incómodo y salvaje, pero también muy hermoso; en buena concordia con la aproximación desde Vadiello. Por cierto, en tal caso tampoco es desdeñable la visita a San Cosme y San Damián; para retornar a nuestro punto de partida sin retroceso, existe un bellísimo sendero que comunica la ermita-santuario con la pista de Vadiello, a la altura de la cruz cubierta.

flanco oriental de la Predicadera; centro izquierda, Jabalí errante
otra perspectiva del itinerario y su variante
Recuerdo final: escasos seguros y muy difícil autoprotección.


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