Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

domingo, 11 de enero de 2015

Canal del Burro a Peña Blanca (Partacua, Telera)

Este año será recordado como un espectacular ejemplo de la carencia de nieves, al menos en lo que se refiere a mediados de enero, por culpa de un interminable anticiclón. El aspecto de la montaña por debajo de los 2.500 metros es verdaderamente lamentable, tan penoso que obliga a trazar planes adaptados a las circunstancias, a la espera de que torne la nieve.

la Canal del Burro, bajo Peña Blanca, en mayo. Quedaba entonces más nieve que en este enero desabrido 
la Corona del Mallo, O Campanal y Peña Telera, dos días después de Reyes
La Canal del Burro es, quizás, la más accesible de todas las que surcan la cara norte de la Partacua; es también la menos conocida (a excepción de alguna perla rara, como el Barranco Chiflotaires) y escasamente frecuentada, motivo más que suficiente para ganarse un hueco en este blog.

amanecer sobre la Partacua. De Peña Blanca a O Campanal.
La Canal no conduce a ningún objetivo concreto: se estrella bajo una mole de caliza blanca, desde donde se puede acceder a un collado justo al este de Peña Blanca “de abajo”. Su meta más inmediata sería esta cumbre, que algunos denominan Punta Queba, u otras cotas próximas como la Punta Cochaldo; no obstante, también constituye una apreciable alternativa para alcanzar Peña Blanca Alta y Corona del Mallo por su vertiente meridional, hasta culminar un interesante periplo y descender por la Canal de Cavechirizas.

Punta Cochaldo, a un paso.
No se trata de una verdadera canal, sino de una vaguada difusa, muy abierta, cuyo eje se sitúa precisamente en el punto de inflexión que describe la orientación general de la Partacua con la vertiente oriental de la Corona del Mallo. De lejos parece más difícil de lo que es; de cerca, su aspecto resulta engañosamente fácil, en especial la travesía de salida. En cualquier caso, la inclinación es siempre moderada; no creo que llegue a sobrepasar los 35 grados en ningún punto, por lo que exceptuando condiciones muy severas no opone dificultad reseñable. Tampoco tiene mucha exposición, salvo, tal vez, las rampas superiores que deben atravesarse en diagonal ascendente por encima de algunos pequeños cortados. Por cierto, cabe aquí indicar la posibilidad de una salida directa, hacia el oeste, bajo la mole de Peña Banca, pero los tres primeros metros pueden implicar cierto impedimento si la nieve no los cubre.

desde el collado, el valle de Tena a los pies. Al fondo, el Vignemale
Ha sido muy curiosa la experiencia que he vivido este comienzo de año en la Canal del Burro: los Reyes no han olvidado traer nieve, pero el viento se ha aplicado a disipar con suma virulencia el regalo: ¿acaso os habéis portado mal? Seguro que no; por eso la montaña brinda un escenario inusual en el que practicar un alpinismo excéntrico y técnicas domesticadas de dry-tooling, como, por ejemplo, evocar la vieja usanza de superar pendientes herbosas con la ayuda de los crampones. Y no, no es que en este caso hiciera falta recurrir a tales usos extremos, ¡qué va!, sino que fue la fórmula más cómoda para saltar de nevero a nevero sin descalzarme cada cuatro pasos. Por fortuna, toda la zona central de la Canal es de piso herboso, sin apenas piedra (vaya, puede que me libre de afilar los crampones antes de la próxima excursión).

el muro vertical que forma la cumbre, tras las terrazas que dominan un empinado escarpe
desde la cumbre, Peña Blanca Alta y Corona del Mallo;
 a la izquierda asoma Zarrambucho  (Cobacherizas, Cachivirizas, Cavichirizas... incluso ¡Clabicliriza!)...

y, más recientemente, Cavechirizas
Y es que, ya de lejos, la cosa pintaba fea en lo que a ascensión invernal se refiere. Muy fea. Sin embargo, aunque en mínimas cantidades, encontré de todo; desde el polvo más liviano al hielo vítreo transparente. De hecho, el habitualmente fácil acceso al collado estaba tapizado de pequeños neveros absolutamente helados entre bloques rocosos; pude pasar de roca en roca justo bajo la pared vertical de Peña Blanca utilizando como sólidas presas el borde rígido de las placas de hielo. En realidad, ningún problema. Tampoco hallé dificultad en el ataque final a la cima: se trata de superar un zócalo dislocado mediante una escalada elemental que conduce junto al muro de la cumbre, el cual se supera tranquilamente por la cresta. Poco más de diez minutos desde el collado. 

y, justo al fondo, el Moncayo. A la izquierda, la Peña Oroel; niebla en el valle del Ebro
el Gállego serpentea entre Biescas y Sabiñánigo, detrás de las lomas del Burrambalo
Y, de regreso, un espectáculo lamentablemente insólito: el vuelo de un quebrantahuesos curioso, sin duda preguntándose: ¿Qué se le habrá perdido a este tipo por aquí, sin un hueso a la vista que roer?


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